27/9/19

My heart is broken

Tengo una mezcla rara de emociones, de sentimientos, y de no sé que otras tantas cosas más que me llevan a sentir esa opresión en el pecho que me está matando, que me deja sin aire, sin dormir, sin dejarme realmente ser quien soy.

Mi cabecita loca y mis pensamientos me juegan una mala pasada, que me hace entrar en dudas, en pensar cosas que no son, que no corresponden, que no tienen sentido. Pero que, si ahora realmente lo pienso en frío, me doy cuenta de que realmente todo lo que pienso, quizás, si tiene uno.

¿Cómo me siento en éste momento? Ni yo lo sé.

Angustia, bronca, llanto, desilusión, impotencia, vacío… Roto.

Me pregunto y me repregunto que fue lo que hice, o mejor dicho, lo que no hice para sentir lo que siento, para que me pase lo que me pasó, y para que me duela lo que me está doliendo.

Creí haberlo dado todo, haberlo entregado todo, pero resultó con que no fue lo suficiente.

Me hago miles de preguntas, creo encontrar las respuestas, pero resulta que no son las que necesito, porque esas respuestas me las tiene que dar otro.

Busco otras por otros lados, las leo, las veo, y no me convencen.

“La mentira tiene patas cortas” dicen, pero creo que éstas las tenían demasiado largas cómo para que no me diera cuenta de lo que eran.

Siento la necesidad de, por momentos, dirigirme a la fuente y corroborar y contestarme todas esas dudas que me quedaron desde la última charla que tuvimos.

Pero, ¿Para qué?

Hoy estoy, o mejor dicho, me siento desilusionado de mí, pero más de vos.

Siento que viví todo éste (ese) tiempo en una mentira. Hoy, después de pensarlo, charlarlo y procesarlo, debo admitirlo, aunque todavía me cueste hacerlo.

Di todo lo que te podía dar, y creo que fue poco.

Te di mi confianza, bastante, toda, tanta que te sirvió para aprender a desbloquear mi celular y revisarlo. “El que busca encuentra” dicen, ¿Pero vos qué encontraste? Nada. Ni engaños, ni relaciones paralelas, ni una insinuación o invitación a algo que no me correspondía hacer por el simple hecho de aposté todo a lo nuestro. Y yo ahora me pregunto.. Si yo buscaba, ¿Encontraba?. No lo sé, y quiero creer que no.

Me mostré tal cual soy, me quebré, lloré, me angustié, sonreí, fui feliz, y todo te lo hice saber y te lo demostré, y sin embargo, de vos nunca recibí eso. Las únicas lágrimas que ví fueron las últimas, que a ésta altura no sé si eran de tristeza o de felicidad, vos lo sabrás mejor que yo.

Te compartí mis sentimientos, mis enojos, mis dudas y mis temores, pero resulta que fue en vano, si, al fin y al cabo, para vos era más importante compartir un porro que los sentimientos.

Me sentí importante. “Antes de conocerte pensé que nunca más iba a encontrar el amor” me decías, ¿como no sentirme importante sabiendo eso? Ahora me doy cuenta que fue solo un verso con el que me compraste.

Conociste a mi gente, a mi familia, mis amigos.. y yo no llegué a conocer a los tuyos tanto como vos querías, y lo lamento. Pero pienso que si ellos sabían algo de todo lo que sospecho e imagino, ¿Cómo se tiene el valor de saludar a alguien y sonreírle en la cara, siendo tan amigos tuyos y no hacerte pensar las cosas? O quizás no lo sabían, y nunca voy a saberlo, porque son amigos tuyos, y el trato y la confianza tenés que dárselos vos. Y ellos no tienen la culpa. Quizás todavía no te conocen tanto como creen.

Te apoye, te acompañe, te empujé a que tomes decisiones, te seguí los pasos.

Había cosas que no me gustaban y que no compartía, que vos muy bien las sabias, pero sin embargo estuve ahí, te aplaudí, me sentí orgulloso y feliz de ver que vos eras feliz haciéndolo.

“Los opuestos se atraen” dicen, pero se ve que lo éramos demasiado, porque el único que siempre estuvo atraído fui yo.

Creí que no habías llegado a conocerme lo suficiente, pero ahora me pongo a pensar y resulta que soy yo el que al final de todo no te conocía.

Que no sos ese que dice ser, puertas afuera, de carácter fuerte, determinante, contestatario. Que la cara de traste la usas cómo un escudo la creo, pero se también que sos el que al primer grito fuerte baja la mirada y vuelve sobre sus pasos, sos el que le faltó huevo, valor o coraje para hacer preguntas cuando había dudas y desconfianza, el que mintió sin todavía saber porque lo hacía, el que negó muchas veces lo mismo, y que, ya tarde, pude darme cuenta que todo era verdad.

Pero ahora, de lo único que me doy cuenta es de que nunca te puse nervioso, nunca te hice faltar el aire ni te revolví el estómago.

No fui la bocanada de aire fresco que necesitabas, ni esa calma deseada al finalizar el día, ni ese abrazo que te tranquiliza.

Nunca fui ese loco como vos qué te entendió, que te escuchó y te acompaño.

Ni ese compañero que buscaste, necesitaste, y sin querer encontraste.

Nunca fui todo lo que está bien, y nunca te hice bien.

No fui nada.

Lo único que pido, si realmente todo lo que pienso y siento es verdad, es una disculpa.

“Perdón”, esa sola palabra me alcanza, si de verdad sentiste algo por mí, aunque a ésta altura ya no me sirva de nada, pero que en su momento me hubiese servido y ayudado mucho.

Y yo, por mí parte, quiero que seas feliz. Con tu polo opuesto, con tu alma gemela, con la persona que coincidas en todo. Que lo conozcas bien, y que te dejes conocer.

Que seas feliz, y te lo digo de corazón, mucho, más que siempre, pero más que conmigo.